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14 julio, 2015

Dónde acaba la labor del fotógrafo y dónde empieza la del retocador

Una arruga de planchado, un pelo que cruza la cara, un hilillo que sobresale de la costura de un vestido, una mancha en el zapato… Cualquiera de estas razones explica por sí sola el retoque fotográfico en e-Commerce. Una labor esencial que viene a completar la tarea del fotógrafo que toma las imágenes.
Las imágenes que vemos en cualquier e-Commerce han sido procesadas a partir de las que el fotógrafo ha hecho en el estudio. Es decir, se parte de un RAW y, sin añadir nada que altere esa realidad, se eliminan aquellas imperfecciones que podrían despistar al ojo de la verdadera razón de esas fotos: mostrar el producto a la venta.
A la hora de presentar un producto -ya sean unos zapatos, un collar, un bolso o un bañador-, es esencial mostrar su mejor cara. Por eso es tan importante la labor del retocador, que puede reencuadrar y redimensionar la foto, efectuar la corrección de color, o ‘hacer desaparecer’ una arruga, una sombra o un reflejo indeseado.
Por eso, una vez que termina la labor del fotógrafo, comienza la del retocador. Es muy importante que el fotógrafo sepa de retoque, ya que ambas tareas deben estar alineadas para que no se pierda la esencia de esas fotos por una pequeña sombra, una arruga o una mancha.
Antes del retoque de moda Después del retoque de arrugas
 
 Trabajo rápido, continuos cambios de ropa…
En e-Commerce se fotografía muchísimo, se pueden hacer entre varias decenas de lookbooks al día, con uno o con varios modelos y con varias vistas, se puede estar trabajando durante 6-8 horas seguidas. Hay que trabajar muy rápido, con continuos cambios de ropa, y esa rapidez pone en un dilema al fotógrafo: pausar la producción ­ -en la que además del fotógrafo está su asistente, el modelo y su estilista y maquillador– para corregir esos pequeños fallos antes de disparar, o tomar las fotos para no perder tiempo de producción y dejar que el retocador se ocupe después de esos detalles.
Cada equipo tiene su propio método y su forma de ver la conjunción entre fotografía y retoque. Se trata de establecer la fórmula que permita que todo fluya, por ejemplo que el asistente retire un cable que haya por el suelo para que no salga en las fotos o que el maquillador esté pendiente de eliminar los brillos antes de cada toma. Pero, en ocasiones, la relación tan cercana que se establece entre fotógrafo y modelo aconseja no interrumpir ese momento y dejar que siga haciendo fotos aunque muchas de ellas vayan a necesitar una corrección posterior. Por eso maquilladores y estilistas se quedan a veces al margen, conscientes de que esas fotos se van a retocar después.
Captura de capas en Photoshop
La sesión de fotos perfecta es aquella que combina todos esos elementos, todas esas capacidades profesionales para optimizar recursos. Y eso se establece ya desde la fase de preproducción, cuando se determina qué se va a hacer y el fotógrafo sabe qué prendas va a fotografiar y de qué tejidos –para saber qué caída tienen y cómo se adaptan al cuerpo del modelo-, cuánto va a durar la sesión, si va a trabajar con uno o con varios modelos, etc.
Durante la sesión, es el fotógrafo es quien coordina y gestiona todo lo que allí ocurre, por eso es fundamental que tenga una buena conexión con el modelo y el estilista. Por el contrario, el fotógrafo nunca trabaja cara a cara con el retocador, porque ya sabe que puede despreocuparse de algunas cosas que posteriormente se van a retocar.
 
¿Parar o no parar una sesión de fotos?
El fotógrafo, con casi total probabilidad, parará una sesión para quitar un cable que cruza el plató, o si ve un fondo muy sucio, que no haya sido pintado, cambiado o lavado –aunque su decisión dependerá del nivel de suciedad-. Por el contrario, es difícil que pare una sesión para limpiar unos zapatos, porque sabe que esa tarea se puede corregir en poco tiempo con el retoque posterior.
Si la caída de la ropa no es la adecuada, seguramente el fotógrafo decidirá seguir haciendo fotos, Probablemente no disparará en algunos momentos, pero sí en los que considere que la imagen se podrá retocar después para conseguir un buen resultado. Y lo mismo ocurre con el maquillaje: tal vez desde la distancia el fotógrafo no advierta si está en perfecto estado, porque está pendiente de la composición global, la luz, la postura del modelo… Y si se fija en ello, es porque es algo muy grave, lo que sí le obligaría a hacer una pausa en la sesión.
El fotógrafo tampoco va a parar una sesión porque haya unos hilitos en un pespunte o alrededor de un botón, ni por una arruga de planchado, ya que se tardaría más tiempo en llamar al estilista, preparar la plancha y plancharlo que en retocar después esa arruga.
Todo eso ya es tarea del retocador, que recibirá las fotos previamente procesadas en formato RAW o no. Y revisará cualquier mancha, hilo, arruga o sombra indeseada, o un fallo de maquillaje y peluquería que pueda detectar. Así llegamos al resultado de la combinación de la tarea de fotógrafo y retocador donde además de conseguir la máxima eficiencia en tiempo, producirán una imagen potenciada al máximo para el escaparate de la tienda online.