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11 febrero, 2016

La historia del retoque en moda

La historia del retoque fotográfico empieza antes de lo que uno se podría imaginar. Muchas de las grandes fotografías que han pasado a la historia, como la del presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln –para la que se utilizó el cuerpo de una fotografía de John Calhaun- o míticos retratos de estrellas de Hollywood –como los perfectos primeros planos de Greta Garbo-, son fruto del retoque fotográfico.

La historia del retoque: Set antiguo de fotografía

Set antiguo de fotografía

Si bien hoy en día hablamos de retoque digital, en su momento el concepto de postproducción se centraba en la fase de revelado de la fotografía, donde se jugaba con los negativos para incorporar o borrar elementos de la imagen.

La fotografía de moda como tal surgió en los años 50, con el desarrollo de la alta costura. En ese momento la burguesía buscaba ser retratada como lo había sido la aristocracia de siglos anteriores, con ostentación del lujo que habían alcanzado.

Tras el nacimiento de las primeras revistas de moda, publicaciones como Les Modes se nutrían básicamente de fotografías en las que estrellas del espectáculo posaban con las prendas que marcaban tendencia. Ya en los años 30, la fotografía de moda salió a la calle para mostrar los primeros street style, tanto en las calles de París como en las carreras de caballos.

 

Desde entonces, la evolución del retoque ha sido abrumadora, tanto en moda como en las propias técnicas fotográficas y de retoque. Pero los aspectos a retocar han sido siempre los mismos, siempre a la zaga de las tendencias estéticas de cada época. El fin último es representar la libertad y el juego que comprende la moda.

El retoque antes de Photoshop

En sí misma, la fotografía de moda siempre ha seguido el mismo objetivo que el resto de prácticas artísticas: despertar emociones. Trabajar con las prendas, con la ambientación, el sentimiento… Todo lo necesario para que la imagen nos transporte a un mundo de belleza y glamour.

Antes de que existiera Photoshop, mucho antes, ya se retocaban las fotografías de forma manual, inicialmente utilizando tintas directamente sobre la copia para hacer determinadas correcciones. Más tarde se empezaron a hacer marcas con tinta en los negativos. Era lo que se conocía como puntillismo: con pinceles y lapiceros se saturaban colores y se ensombrecían zonas como las mejillas para hacerlas parecer más delgadas, por ejemplo.

Para conseguir diferentes efectos en las fotografías siempre se han utilizado múltiples tipos de luz para conseguir distintos resultados. Adolph de Meyer, considerado el primer fotógrafo de moda y que acabó convirtiéndose en director artístico de la revista Vogue durante los primeros años del siglo XX, utilizaba para sus obras luces de fondo, que aportaban un halo de misterio casi místico a sus fotografías.

Aparte de las luces que se utilizaban durante la producción, se trabajaba también con distintos químicos a la hora del revelado. De esta forma se conseguían formas sinuosas, desdibujadas y diferentes contrastes de color. Durante el revelado de todas esas fotografías, que iban retocando a mano, los fotógrafos solían apuntar cada uno de los detalles que habían corregido por si debían sacar después nuevas copias de la imagen.

En los años en los que triunfaba el surrealismo (décadas de los 20 y 30) el retoque se realizaba mediante el recorte a cuchilla de varias fotografías de las que se obtenían diferentes elementos. Con ellos se hacía una nueva composición que volvía a ser fotografiada y revelada.

Se trataba de una hercúlea tarea. Sirva como ejemplo que en los años 40 el fotógrafo George Hurrell tardaba seis horas en retocar un retrato de la joven Joan Crawford para conseguir un resultado aceptable. Y eso pese a que se trabajaba solo en blanco y negro y con una calidad media de impresión.

El retoque digital

A partir de los años 90, con la llegada de Photoshop, se empezaron a sentar las bases que conformarían el retoque digital, aunque aún se entremezclaban técnicas manuales y digitales para conseguir un resultado artístico en las imágenes, como pintar directamente sobre fotografías ya procesadas por ordenador.

La era del retoque digital ha revolucionado el tratamiento de la fotografía de moda. En un primer momento se trasladó a las pantallas lo que ya se había hecho en las cubetas de revelado, para pasar después al triunfo de las técnicas de claroscuro, sobreexposiciones, luces cenitales, etc.

Pese a los avances técnicos -revelado en RAW, licuado, clonado, Dodge and burn, corrección de color, enfoque por frecuencias…- los retocadores siguen teniendo una ardua labor en el acabado final de una fotografía. Con todas las herramientas a su alcance se esfuerzan por conseguir un resultado mucho más fino, perfeccionista, ante la exigencia de ofrecer una imagen impecable, hasta en el más mínimo detalle.

 El retoque para eCommerce

Hoy en día, el retoque en moda se ha hecho imprescindible por las necesidades de las tiendas online. Más que la perfección estética, se busca la naturalidad para que el producto sea el centro de atención. El producto tiene que lucir impecable y ser fiel a la realidad.

El retoque para eCommerce se centra en fotografías de productos al aire o sobre el cuerpo de los modelos, catálogos y lookbooks que han pasado de la imprenta al soporte digital, con correcciones como eliminar elementos que distorsionan la atención, borrar sombras del fotógrafo, corregir rojeces en la piel de los modelos… El retoque ha pasado así de ser el promotor de montajes y fantasías a convertirse en requisito indispensable para que una fotografía resulte profesional y dé confianza al cliente.

En una sociedad en la que prima la inmediatez, la imagen de producto de un eCommerce debe ajustarse perfectamente a lo que el comprador va a recibir en casa para evitar, en la medida de lo posible, cambios o devoluciones. La fotografía debe ser capaz por sí misma de provocar sensaciones, de transmitir emociones que animen al usuario a comprar ese producto. Estamos viviendo la revolución de una nueva era del retoque digital, un nuevo tiempo con infinitas posibilidades de creación.